Entrevistas

El rol de la presidencia del Directorio en Chile

En el dinámico escenario empresarial chileno, los directorios juegan un papel fundamental en la gobernanza corporativa y en la toma de decisiones estratégicas de las empresas. En este contexto, la figura del presidente del directorio emerge como una pieza clave, cuyo liderazgo y visión impacta en el desempeño y dirección que toma una empresa. Sobre esto, conversamos con Cristián Lefevre, presidente del Instituto de Directores de Chile.

En los últimos años, ¿cómo ha evolucionado el rol de presidente del directorio en Chile?

En los últimos años, hemos visto que el rol del directorio y sobre todo de la presidencia ha cambiado considerablemente, exigiéndoles un mayor nivel de profesionalismo y conocimiento para ejecutar estos roles estratégicos. Esta evolución se ha dado principalmente por la globalización, los avances tecnológicos, la pandemia, pero sobre todo por las crecientes demandas de transparencia y rendición de cuentas por parte de la sociedad.

En esa línea, el tiempo de dedicación del presidente a labores propias del rol también ha cambiado, demandando un mayor nivel de profundidad, responsabilidad y relación con la administración.

¿Cuáles son los principales desafíos que enfrentan actualmente los presidentes de directorio?

El año pasado, el mundo del gobierno corporativo en Chile estuvo marcado por diversos episodios que nos recordaron la importancia de una supervisión más rigurosa, ética y transparente por parte del directorio. En ese sentido, uno de los principales desafíos del presidente es permear en el directorio y en toda la organización una cultura que reconozca la integridad no solo como un imperativo moral, sino también como un componente esencial para la sostenibilidad y el éxito a largo de una compañía.

Otro gran desafío es que las presidencias de directorio en Chile suelen estar a cargo de personas maduras, con amplia experiencia, con autoridad, y buen desempeño (auto percepción y por los demás). Sin embargo, esto no significa que su gestión o la de los miembros de directorio sea perpetua. Una buena práctica de gobernanza es contar con planes de sucesión, tanto para la presidencia como para el directorio.

No obstante, un estudio elaborado recientemente por EY y el IdDC sobreLas herramientas de la presidencia del Directorio, señala que existe un desconocimiento del tema, ya que el 17% del total de los encuestados desconocía la existencia de un plan para la sucesión de la presidencia. Entre los que estaban informados, sólo un 48% afirmó que su empresa contaba con uno. En ese sentido, uno de los principales desafíos es identificar posibles candidatos para los roles clave de liderazgo estratégico y establecer un adecuado plan de sucesión del presidente y del directorio. Esto no solo garantiza la sostenibilidad, sino la evolución de la organización.

¿Qué habilidades debiese tener un buen presidente de directorio hoy?

Ejercer la presidencia implica ser una figura de autoridad, respetada por sus pares y subordinados. En ese sentido, la figura del presidente se asocia con experiencia y liderazgo que pasa hoy en día por demostrar capacidades como la comunicación, la escucha, la empatía, flexibilidad y resiliencia.

El estudio de EY y el IdDC mencionado anteriormente, evidenció que, para tener un manejo eficiente del cargo, las presidencias deben contar con ciertas cualidades. En términos generales, se perciben como necesarias y deseables los siguientes atributos: Pericia y experiencia (45%), Conocimiento del sector (43%), Seniority (38%) y Liderazgo y comunicación (33%).

En esa línea, el perfil ideal de la presidencia refleja ante todo una personalidad que inspire respeto y lea bien al Directorio. Pero cada vez más, ejercer el cargo supone contar con herramientas para el ejercicio eficaz de la presidencia y, sobre todo, saber gestionarlas. No resulta suficiente dirigir el ritual de cada sesión, hoy el ejercicio de la presidencia requiere trascender de la formalidad para enriquecer las dinámicas dentro del Directorio con base en recursos y capacidades. Es un cargo cada vez más profesional que supone contar con herramientas, tanto formales como informales.

¿Qué herramientas destaca?

Entre estas herramientas formales se pueden destacar el establecimiento de un plan de trabajo y cronograma anuales de reuniones, la elaboración de agendas estratégicas, el seguimiento de acuerdos, la segregación de funciones, la evaluación de desempeño del Directorio y del CEO, y el mapeo de riesgos de sostenibilidad.

En tanto, las herramientas informales hacen referencia a aquellas que parten de la capacidad personal de la presidencia en desplegar eficazmente su gestión. Entre ellas destacan el tener un norte claro para guiar las acciones, el usar eficientemente el tiempo, el gestionar acuerdos, trabajar en equipo, y el tomar decisiones informadas, etc.

El reciente estudio de EY y el Instituto de Directores de Chile señala que el 56% de las empresas evalúa regularmente al directorio. Sin embargo, solo el 32% de ellas tiene este mismo procedimiento con las presidencias. A su juicio, ¿qué beneficios traer la autoevaluación del directorio y el presidente?

Todo grupo humano tiende a uniformar sus criterios y su forma de actuar con el tiempo. En el caso del directorio, esto ocasiona que los cuestionamientos entre los pares y los matices diferentes de opinión sean cada vez menores, así como la diversidad de miradas y perspectivas, un aspecto que es clave para un buen gobierno corporativo.

Los diferentes estándares internacionales en materia de gobierno corporativo exigen al Directorio someterse a ejercicios de autoevaluación.

Esta práctica contribuye a una mayor eficacia y transparencia del directorio y la presidencia, permitiéndoles desarrollar un modelo de mejora continua. Además, las evaluaciones permiten conocer el grado de cumplimiento normativo y ético por parte del directorio y ayudan a mejorar su capacidad para evaluar y abordar eficazmente los riesgos, fortaleciendo los controles internos y la gestión de la compañía.

Asimismo, la presidencia debe fomentar la autocrítica. El proceso de escucha que se gesta a raíz de la evaluación del Directorio como órgano colegiado, le aporta a la presidencia información fresca que eleva su nivel de conciencia y conexión con la realidad de las dinámicas que se producen en su interior, aportando mucho valor a su gestión.

Descarga aquí el estudio «Las herramientas de la presidencia del Directorio»

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